Cuando los ríos atraviesan su cauce, van lentamente erosionando el lecho del río a su paso. Poco a poco van erosionando los estratos de los diferentes periodos y extrayendo los fósiles que contienen. Éstos se van desplazando y rodando por el fondo en las crecidas y avalanchas, y poco a poco se van alejando de su lugar de origen. Con el paso de los milenios se van puliendo por rozamiento en el lecho del río y acaban depositados en terrazas fluviales, allí donde la fuerza del agua es menor.
Según la roca que los forma sea caliza o silícea , su resistencia a este "pulido natural" será mayor o menor, pero en cualquier caso es la seña de identidad de todo fósil "rodado".
Estos dos de arriba son moldes internos de gasterópodos del Cretácico intensamente erosionados , que acabaron en las terrazas fluviales del Ebro.
Estos dos de arriba son dos equinoideos cidáridos intensamente rodados, donde pueden verse aun las áreas ambulacrales y los rodetes de inserción de las púas y radiolas.
Aquí arriba se muestra el espacio entreabierto entre las valvas de un ostréido, visibles a pesar del rodamiento.
En éste de arriba podemos ver el molde interno de un gasterópdo planórbido intensamente erosionado por rodamiento.
Este de arriba es el caso de un pigidio de trilobites facópido hallado en el lecho de un río de Ciudad Real y que encontré por la red: su origen es ordovícico pero en la terraza fluvial donde se encontró su edad parecería más reciente. Su intenso rodamiento se aprecia en el alisamiento de las costillas dorsales y pigidiales.
Las Médulas son un conjunto de depósitos de conglomerados y cantos rodados que, además de ser auríferos, pueden contener fósiles rodados: es el caso de la Cardiola gibbosa "el fósil de las Médulas", que muestra las señales de haber sido transportado probablemente por un río, y que dió lugar a una nueva teoría sobre le origen de Las Médulas. Así se ha ganado un lugar relevante en el Museo del Bierzo.